Breves anotaciones sobre el comunismo en Rusia

Rusia alguna vez se volvió el epicentro del movimiento comunista en el mundo. Desde la Revolución Bolchevique hasta la caída del Muro de Berlín, el país y su ideología fueron determinantes en la organización de Europa. El comunismo en Rusia fue el caldo de cultivo para el nacimiento de nuevos regímenes en todos los continentes, inclusive en América Latina.

Hoy en día, la Federación Rusa es una república semiparlamentaria que pertenece a la Organización de Naciones Unidas (ONU). Según la firma de consultoría PwC, en 2018 Rusia se posicionaba como la sexta economía del mundo y en 2020 sigue entre las primeras diez. ¿Cómo llegó hasta ahí después de haber pasado por un violento siglo XX? Es la pregunta que buscan responder estas breves anotaciones.

¿De dónde salieron las ideas comunistas?

La Revolución Industrial del siglo XIX hizo que, por lo menos en Europa, mucha gente se mudara del campo a las grandes ciudades en busca de mejores condiciones de vida. Sin embargo, la explotación laboral era un hecho muy común: los obreros trabajaban por sueldos realmente bajos y la desigualdad era bastante marcada.

Viendo esto, el prusiano Friedrich Engels y el alemán Carl Marx publican en 1848 algo llamado el Manifiesto Comunista, en el que propusieron acabar con las clases sociales, es decir, la denominación de “ricos y pobres”, dándole el control de todos los medios de producción al Estado (lo que implica el desmantelamiento agresivo de la empresa privada). Esta era, según ellos, una manera de acabar con la explotación a los obreros, que ahora pasarían a llamarse proletariado.

Estos dos hombres fueron los propulsores de las ideas comunistas, que comenzaron a viajar por Europa y parte de Asia. En Rusia, el comunismo provocó que en 1889 se creara el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, del que salieron dos facciones importantes: los bolcheviques, que eran comunistas radicales seguidores de Vladimir Ilyich Lenin, y los mencheviques, que eran comunistas moderados más a apegados a las ideas originales de Carl Marx.

La caída del último Zar ruso

La Primera Guerra Mundial comenzó en 1914 y terminó en 1918. Rusia fue uno de los participantes por parte de los aliados y eso causó grandes estragos en su sociedad, debido a que millones de hombres fueron enviados a combatir. Para 1917, el Imperio Ruso pasaba por una crisis económica cuya consecuencia más visible fue el grave empobrecimiento de la población.

Mientras tanto, el zar Nicolás II no hizo mayor modificación en las políticas del país que evitara la inflación de los productos básicos para subsistir. Por otro lado, la zarina era tremendamente impopular por tener familia alemana: se le creía colaboracionista con el enemigo. Pronto, el pueblo ruso se enfadó.

En marzo de 1917 comienza la llamada Revolución de Febrero. Recordemos que en ese entonces Rusia se regía por el calendario juliano y no por el gregoriano. Si nos guiamos por el calendario gregoriano entonces la revolución de “febrero” inició el 8 de marzo. Ahora, en San Petersburgo se registraron fuertes protestas de mujeres y hombres pertenecientes a la clase obrera o pueblo llano, con el fin de lograr que el zar dejase su puesto.

Finalmente, como no podía parar el descontento popular y las revueltas en San Petersburgo se hacían cada vez más peligrosas, el zar Nicolás II no tuvo más opción que abdicar, tras haber perdido el apoyo de su propia fuerza militar. El monarca es considerado el último zar de Rusia.

Las ideas comunistas en la Rusia de 1918

Después de la caída de Nicolás II, se instaura en Rusia un gobierno provisional que lidera Aleksandr Kérenski. Durante este mandato provisional, se les permite a los exiliados políticos regresar y es entonces que Vladimir Ilyich Lenin toma un tren y vuelve a pisar tierra rusa.

Antes y durante la Revolución de Febrero ya se habían creado asambleas y grupos de campesinos, obreros y milicias que se llamaban sóviets y que finalmente terminaron apoyando a los bolcheviques. Todos fueron seducidos por Lenin, que traía consigo un montón de promesas un poco inspiradas en el pensamiento comunista de Marx, pero aderezadas con sus propias ideas.

Los bolcheviques, con León Trotski y Lenin a la cabeza, finalmente llevaron a cabo la Revolución de Octubre, donde cometieron un golpe de Estado y se apoderaron, por así decirlo, de Rusia. Entre 1917 y 1918, Lenin firma la paz con Alemania y comienza a hacer grandes reformas, como, por ejemplo, la repartición de la tierra entre los campesinos y la institucionalización de los soviets en un Consejo de Comisarios del Pueblo.

El nacimiento de la Unión de las Repúblicas Soviéticas

No todo el mundo estaba contento con el gobierno de Lenin, cuyas intenciones eran claramente de cambio total y autoritario. Por ello, se desemboca una guerra civil entre contrarrevolucionarios, apoyados por países anti-comunistas y monarquías que tenían parentesco con el Zar (ejercito blanco), y el ejército rojo de Rusia (comunista). En 1918 por orden de Lenin asesinan a toda la familia real, con Nicolás II incluido. Finalmente en 1922 la victoria comunista se consagra con la toma de Vladivostok, cuartel general del ejercito blanco.

El 30 de diciembre de 1922 se formó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que llamamos por las siglas URSS, cuya capital era Moscú. Inicialmente estaba formada por lo que hoy conocemos como Rusia, Ucrania, Bielorrusia y Transcaucasica (Georgia, Armenia y Azeribayán). Para 1940 ya había crecido hasta las 15 repúblicas: Moldavia, Kazajistán, Kirguistán, Uzbekistán, Turkmenistán y Tayikistán. Posteriormente se anexaron Lituania, Letonia y Estonia.

Ideología y represión

Con el nacimiento de la Unión Soviética, se crea un nuevo sistema en Rusia, en el que el líder era Lenin y el único partido legal era el Partido Comunista. Así, el país da un vuelco total: se separa la iglesia del Estado, se establece un mismo sueldo para los obreros y se nacionaliza la empresa privada, con todos los bancos y el sistema de transporte.

El gobierno se radicó definitivamente en Moscú y, al ver por primera vez un régimen comunista instalado “exitosamente”, en varias partes del mundo comienzan a fortalecerse distintos partidos rojos. Rusia estaba decidida acabar con el libre mercado y a darles prioridad a los obreros. Sin embargo, la guerra civil había dejado al país bastante debilitado y en medio de una violenta hambruna. Aunado a eso, el régimen Leninista tenía a su servicio a La Checa, una fuerza policiaca que fusilaba sin preguntar a todos los que estuviesen “en contra de la revolución”. La represión y el miedo estaban a la orden del día.

En 1924, Lenin muere y Iósif Stalin, que se convertiría en un dictador y genocida, sube al poder. En él decide hacer que, definitivamente, todos los medios de producción del país, incluida la prensa, pasen a ser propiedad estatal. Así mismo, ordena la construcción de varios edificios en Moscú y la modernización de Rusia. Es de esta forma que, poco a poco, el país se industrializa a cambio de una cruel represión.

Se sabe que Stalin solía enviar a los “contrarrevolucionarios” a distintos campos de concentración (Gulaj) en lugares inhóspitos, como Siberia, donde eran sometidos a tratos inhumanos. Hoy se le responsabiliza de millones de muertes y desapariciones.

La Segunda Guerra Mundial

Hitler y Stalin tenían un mutuo acuerdo de no tocar sus respectivos países antes de que iniciara oficialmente la Segunda Guerra Mundial. La Unión Soviética se había mantenido relativamente neutral frente a Alemania y el 23 de agosto de 1939, ambos gobiernos firmaron un tratado de no agresión. El 1 de septiembre de 1939 Hitler invade la parte occidental de Polonia, y tres semanas después Rusia hacía lo propio con la oriental.

En noviembre de 1939, la Unión Soviética decide intentar conquistar Finlandia, pero no lo logra. Frente a esa derrota, Hitler empieza a reflexionar sobre la verdadera fuerza del ejército soviético y lo subestima. En junio de 1941, el Tercer Reich envía alrededor de 4 millones de soldados a invadir la URSS en busca de sus recursos, rompiendo así el acuerdo de septiembre de 1939. Craso error.

Como le ocurrió a Napoleón Bonaparte en 1812, Hitler se encontró con el mortal invierno de Rusia y la resistencia de su ejército. Stalin estaba molesto por la traición. Para 1943, Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Soviética formaban ya el bando de los Aliados, quienes finalmente ganaron la guerra en 1945. La extensa participación de la URSS en la Segunda Guerra Mundial, en el que perdió alrededor de 26 millones de personas, hizo que ganara cierto prestigio en la comunidad internacional.

La Guerra Fría

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, el globo se divide en dos bloques: uno liderado por Estados Unidos, el occidental – capitalista, y otro con la Unión Soviética a la cabeza, el oriental – comunista. En este entonces, la URSS financió o se mostró favorable a distintos regímenes comunistas alrededor del mundo, como Chile, Cuba o la República Popular China. Comienza una guerra entre los dos bloques, esencialmente ideológica conocida como la guerra fría.

En 1953 muere Stalin, que es sucedido por Gueorgui Malenkov. En 1955 la Unión Soviética firma el Pacto de Varsovia con las repúblicas de Albania, Alemania, Checoslovaquia, Hungría, Polonia, Bulgaria y Rumanía. Esto era básicamente un acuerdo de cooperación entre naciones comunistas.

Entre 1955 y 1969, la URSS se convierte en una potencia y, dicho sea de paso, envía al primer hombre al espacio en 1961, en una dura carrera espacial contra Estados Unidos. Sin embargo, para 1970 se produjo un estancamiento en la economía, debido a la mala administración de las empresas de producción, que estaban a cargo del Estado.

A su vez, Leonid Brézhnev, que se convirtió en el líder desde 1964, no hace nada para disminuir la fuerte represión a la que son sometidos los rusos, puesto que cualquiera que hiciese un comentario negativo hacia el gobierno era arrestado, condenado y encerrado en terribles condiciones.

Adiós Muro de Berlín

En 1961 se construyó en Alemania un muro que dividió a al país en dos facciones: lo conocemos históricamente como Muro de Berlín. Esto se hizo para separar el territorio occidental del oriental, debido a las disputas ideológicas y a que este último, que era la parte comunista, estaba perdiendo una gran cantidad de población que prefería los beneficios sociales y económicos del capitalismo. El muro importa, porque su destrucción posterior fue determinante para los acontecimientos en Rusia.

En abril de 1986, ocurre el desastroso accidente de Chernóbil en Ucrania: una de las mayores tragedias nucleares de la historia. Para hacerle frente, la Unión Soviética tiene que enviar todos los recursos necesarios, debilitándose aún más económicamente. Cinco años más tarde, cae el Muro de Berlín, dándole la victoria de la Guerra Fría a Estados Unidos y al bloque occidental.

Todo esto, aunado al fracaso del modelo económico planteado por los comunistas, hace que la URSS se desestabilice políticamente. En 1991, el líder político era Mijaíl Gorbachov y este tuvo que observar como Lituania, Estonia y Letonia obtenían su independencia ese año. Al ver que la Unión Soviética estaba tambaleándose, Vladímir Kryuchkov encabezó un golpe de estado junto con la agencia de inteligencia KGB y otros conspiradores adeptos al comunismo totalitario de años anteriores, con el fin de quitar del camino a Gorbachov en el mes de agosto. Sin embargo, este golpe falla y causa que cada vez más países decidan desligarse de la Unión.

La Rusia democrática

Oficialmente, la Unión Soviética se disuelve el 25 de diciembre de 1991. Boris Yeltsin es el nuevo presidente de la Federación Rusa y ordena quitar la bandera roja que ondeaba desde 1924 en Moscú, izando en su lugar la bandera tricolor que en la actualidad representa a Rusia. En 1992 se reafirma que el país pertenecerá a la Organización de las Naciones Unidas, pero esta vez sin el título de la URSS.

La nueva Rusia democrática no está exenta de caos, pues sufre grandes problemas económicos, producto de la desaparición del bloque soviético. No obstante, se recupera “rápidamente” puesto que Yeltsin promulga la liberación de los precios y la privatización de la producción.

Desde 1998, Rusia pasó por altas y bajas en cuanto a su economía. Primero hubo un desplome financiero del que se salvaron los rusos en 1999, debido a que los precios internacionales del petróleo comenzaron a subir. En el año 2000, Vladimir Putin gana las elecciones y se convierte en el presidente en funciones de la nación.

El partido comunista en el presente

A pocos se les escapa que Putin fue miembro del Partido Comunista de la Unión Soviética y ex agente de la inteligencia de KGB. Estos hechos causan que comúnmente le atribuyen algunas características muy propias de los soviéticos. A pesar de ello, la verdad es que el comunismo en Rusia concluyó y Vladimir Putin forma parte del partido conservador, asociado con la derecha política.

Igualmente, la Federación Rusa es uno de los más grandes apoyos, en conjunto con China, a regímenes socialistas o comunistas, como Nicolás Maduro en Venezuela, Miguel Díaz Canel en Cuba o Kim Jong-un en Corea del Norte. Todos estos países tienen en común que son víctimas de sistemas totalitarios caracterizados por no respetar los derechos humanos.

Por otro lado, el Partido Comunista de la Federación Rusa (PCFR) existe desde 1993 y sigue anotándose en las elecciones del país. Su líder es Guennadi Ziugánov, que intento ser elegido presidente de Rusia sin obtener éxito en sus objetivos. En 2020, el PCFR ocupa 42 de los 450 escaños de la Duma Estatal, uno de los poderes legislativos rusos más importantes. La mayoría de los puestos de la Duma (exactamente 343) se encuentran en las manos del partido de Rusia Unida, al que pertenece Vladimir Putin. En el Consejo de la Federación, el Partido Comunista apenas tiene 4 puestos de 170.

Futuro del partido comunista

A pesar de que Rusia apoya a regímenes comunistas y de izquierda, diversos economistas y sociólogos han determinado que no parece probable que el país avance hacia un nuevo “comunismo del siglo XXI”. El mismo Vladimir Putin, al ser consultado en una rueda de prensa en diciembre de 2018, afirmó que sería “imposible” que la Federación Rusa volviese a ser comunista, debido al cambio profundo que ha atravesado la sociedad en lo que va del último siglo.

En 2018, el Centro Levada, organización dedicada a la investigación, publicó un sondeo según el cual afirmaba que al menos un 60% de la población rusa se arrepentía de la caída de la Unión Soviética. El mismo presidente de Rusia comentó en 2017 que la caída de la URSS fue uno de los “acontecimientos más desastrosos del siglo XX” y el que marcó definitivamente su vida. Pero, según el mismo Putin, esto no significa que la Federación Rusa vaya a volver un siglo atrás, después de haber experimentado un fallido comunismo que llevó a la nación a un estancamiento económico del que, por suerte, pudieron recuperarse apelando al libre mercado.

Finalmente, con los bajos números y el apoyo que hoy en día tiene el Partido Comunista de la Federación Rusa, no se prevé en el horizonte un cambio de políticas de Estado que salga del Kremlin. Lo que si es cierto es que no se sabe hasta cuándo seguirá existiendo un tipo de nostalgia por la Rusia soviética y su “esplendor” de las décadas de los 50 y 60, que ha quedado plasmado oportunamente en nuestros libros de historia.

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